Son tantos los cerros, promontorios y afilados crestones a lo largo de la geografía asturiana que aún muestran las huellas de antiguas fortificaciones… Unos tesoros arqueológicos que, pese encontrarse bajo un régimen de protección legal, han sido, son y posiblemente serán objeto de numerosos daños y destrucciones. Para luchar contra esta situación nace Arqueoastur, un proyecto personal de divulgación e investigación cuyo objetivo principal es darlos a conocer, contribuir a su reconocimiento como valor cultural y garantizar su protección.
¿Castros, castillos o recintos fortificados?

El profesor José Manuel González de visita en el Chao Samartín de Grandas de Salime en 1967. (Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
Aunque ya se sabía de su valor histórico por lo menos desde el siglo XVIII, la pionera labor investigadora del profesor José Manuel González y Fernández-Valles entre los años 50 y 70 del siglo pasado fue determinante para dar a conocer los «castros» a la sociedad asturiana. Este término tradicional, al igual que en la vecina Galicia, acabó enraizando en los ambientes académicos, dando incluso nombre a una cultura arqueológica propia, la castreña.
Sin embargo está acepción no es la más adecuada ya que desde un punto de vista arqueológico los “castros” son los poblados fortificados en altura levantados por las gentes de la Edad del Hierro, muy diferentes a los “castillos” medievales.

El Pico el Castro de Pendia, en Boal, uno de los «castros» más icónicos de Asturies. (Imagen: Eduardo Pérez-Fernández © 2018)
Pero, ¿qué pasa cuando el conocimiento que tenemos sobre la gran mayoría de todos estos enclaves apenas se fundamenta en las prospecciones superficiales y en algunas excavaciones arqueológicas? ¿deberíamos catalogar, como bien se ha venido haciendo hasta hace poco, bajo la etiqueta “castro” unos yacimientos arqueológicos simplemente por su apariencia o similitud con otros?
Es bastante osado, creo yo. Puede que no sea tan buen arqueólogo como para categorizar un yacimiento solo de un vistazo, sin una intervención arqueológica previa. Por ello, en Arqueoastur, vamos a usar el término «recintos fortificados» para aquellos espacios delimitados por elementos defensivos que los individualizan del entorno circundante. Una denominación que puede ser válida para todos, independientemente de su cronología o funcionalidad, sean castros, castillos, pueblas, baluartes o fortines.
Lo dicho, que a falta de una excavación arqueológica, esto es lo único constatable. Lo demás, aventuradas suposiciones.
La protección de nuestro pasado
Todo estos bienes patrimoniales, indistintamente de su denominación o adscripción cronológica, al ser un legado de nuestros antepasados y unos elementos únicos e irremplazables deben estar protegidos para conservarse en las mejores condiciones. Así, todos podremos disfrutar de ellos, incluso las generaciones futuras.
El Cantu San Pedro o lo que queda de él, en Lugo de Llanera, desde el NW. (Foto: Google Earth)
Y de hecho, lo están. En el caso concreto de Asturies se lleva a cabo mediante la Ley de Patrimonio, a través de tres categorías superiores de protección: los Bienes de Interés Cultural, el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias y los Catálogos Urbanísticos de Protección. Estos son los regímenes de protección que sirven como instrumentos básicos para garantizar la preservación del patrimonio asturiano en general, recintos fortificados incluidos, así como su integridad y evitar futuras pérdidas o deterioros.
Sin embargo, muchos de ellos han sido objeto de brutales agresiones que, en algunos casos, han supuesto incluso su completa desaparición. La ausencia de medios, la carencia de instrumentos jurídicos más activos y la falta de coordinación entre las distintas administraciones dieron lugar a esta crítica situación. Tampoco se consiguió transmitir su valor real a la ciudadanía que los percibe, en muchos casos, tan solo como unos montones ruinosos e inservibles.
Esto es lo que queda del impresionante Castiellu de Llagú, en Uviéu, completamente devorado por una cantera. (Foto: Google Maps 2020)
Aunque la situación es complicada y parece avanzar hacia una deriva peligrosa a causa de la ausencia de fondos y la inacción de la Administración, aún hay esperanza. En Arqueoastur no queremos buscar culpables ni meter el dedo en la llaga, no es la intención de un proyecto como este. Entendemos que todos debemos estar unidos, sin fisuras ni rencores, concentrando nuestros esfuerzos en proteger lo que es común. Y ¿cómo podemos hacerlo? He aquí, unas líneas maestras que consideramos fundamentales:
- Colaborar para concienciar al conjunto de la sociedad, sensibilizarla sobre los daños irreparables que puede sufrir el patrimonio arqueológico en general y, sobre todo, hacerla partícipe de esta preservación, de una manera fácil, accesible para todos, alejada de tecnicismos que sólo son comprensibles por unos pocos.

Fortificación medieval de Alesga, en Teberga. (Imagen: Eduardo Pérez-Fernández © 2019)
- Mostrar el enorme potencial que pueden ofrecer de cara a futuras estrategias de puesta en valor, no solo por su valor histórico sino por sus posibilidades como elemento dinamizador del desarrollo económico en zonas deprimidas.
- Educar a la ciudadanía en los valores de conservación y respeto por esos bienes patrimoniales, dando a conocer las políticas y medidas existentes para la lucha contra su expolio. Porque cada uno de nosotros somos responsables de esos bienes, no sólo las instituciones y gobiernos locales, todos debemos cumplir con la legislación existente . Si con ello conseguimos pasar del vandalismo a la protección y de la indiferencia a la denuncia habremos ganado la primera batalla.
Internet es el medio de comunicación hoy por hoy más eficaz para trasmitir mensajes de este tipo. Sobre todo porque puede llegar a un mayor número de receptores que otros canales. Solo tenemos que echarle un vistazo a la red para comprobar la existencia de portales y plataformas en las que se han implantado sin ningún tipo de problema estos modelos de divulgación, aprovechando las ventajas del ámbito online y ofreciendo datos de libre acceso para la ciudadanía.

Sistema de defensas de El Castrillón de Teifaros, Navia. (Imagen: Eduardo Pérez-Fernández © 2018)
Arqueoastur pretende hacer lo mismo, ser esa herramienta que haga visible a la opinión pública su patrimonio arqueológico de una manera fácil y sencilla. Una ventana abierta al desconocido mundo de los paisajes fortificados, un punto de encuentro desde donde poder concienciar, sensibilizar y hacer partícipe al conjunto de la sociedad a través de la divulgación y la difusión online de nuestro patrimonio.